Es indudable que los cambios en nuestras costumbres son cada vez más rápidos e imparables: de un tiempo a esta parte, factores como el creciente acceso a la información o la falta de tiempo nos van convirtiendo en consumidores cada vez más exigentes, lo cual también se refleja en nuestros hábitos alimentarios. Por ello, vamos a analizar las distintas causas que contribuyen a alterar nuestras costumbres gastronómicas y sus consecuencias en el consumo del pescado:
Nuestros ritmos de vida cada vez más frenéticos nos dejan menos tiempo que dedicar a las tareas del hogar, tales como las compras, el mantenimiento, la cocina… por ello, existe una tendencia a adquirir productos de preparación fácil, sencilla y cómoda. En la misma línea, también exigimos productos de larga duración que nos permitan conservarlos durante bastante tiempo desde la compra hasta el consumo, tanto en armario como en congelador o nevera. En este asunto, las conservas y los congelados de pescado son clave, ya que las primeras tienen una durabilidad de varios años, e incluso son comestibles tras su fecha de consumo preferente, y los segundos, aunque no resistan el tiempo tan bien como las conservas, son una solución ideal para tener siempre a mano.
A pesar de las prisas, también existe una interesante tendencia hacia el mundo gourmet, convirtiendo la gastronomía en una afición a la que dedicar nuestro tiempo libre, con lo cual la variedad de productos, los distintos formatos y, sobre todo, su calidad, se han convertido en factores imprescindibles para adaptarse al mundo foodie. La industria del pescado responde a estas necesidades con nuevos productos como líneas gourmet o una mayor variedad de formatos y tamaños en sus productos.
Aunque la salud siempre ha sido importante, con el paso del tiempo tendemos a preocuparnos más por nuestra nutrición, ya que disponemos de más información a nuestro alcance, y por tanto más control, sobre los alimentos que consumimos. El pescado, especialmente el azul, considerado "superalimento", ofrece una gran cantidad de nutrientes esenciales beneficiosos para nuestro organismo, lo cual lo convierte en un alimento indispensable en cualquier dieta saludable.
En la misma línea, también somos conscientes de que para disfrutar de un cuerpo sano necesitamos vivir en un planeta sano, por lo que tendemos a adquirir una mayor responsabilidad para con el medioambiente. Por esta razón, somos más exigentes respecto a los envases que contienen nuestros productos, ganando popularidad los más fácilmente reciclables o reutilizables, como el acero, aluminio o el vidrio. Son precisamente estos materiales los que tradicionalmente han contenido conservas de pescado azul, y hoy en día lo siguen haciendo.
Por estas razones, el consumo de pescado es una tendencia en alza, especialmente en los países con dietas saludables, como España, siendo uno de los 10 principales países consumidores de pescado, con una media de 26,5 kg por persona y año.
También se considera una alternativa creciente frente al consumo de la carne, por ser más saludable y ligero de consumir, especialmente tras el reciente estudio de la OMS que asociaba el consumo excesivo de la carne roja con el riesgo de aparición de cáncer.
En la industria pesquera en general, y la conservera en particular, somos conscientes de estas tendencias y nos adaptamos a ellas, con el objetivo de crear un mundo más saludable sin perder de vista la comodidad del consumidor.