2 calabacines grandes
20 mejillones
200 g. de atún al natural
1 cebolla
1 pimiento verde
1 diente de ajo
30 g. de mantequilla
30 g. de harina
3 dl. de leche
queso chedar
txakoli
laurel
cúrcuma
salsa de tomate frito casera
sal
pimienta negra
aceite de oliva
Ponemos medio vaso de vino blanco a fuego fuerte con dos hojas de laurel y unos granos de pimienta.
Cuando levante el hervor metemos los mejillones y tapamos para que se cocinen al vapor. Lavamos los calabacines y les cortamos el culo y parte de la punta y los cortamos por la mitad.
Con ayuda de una puntilla dibujamos la silueta del vaciado y con un sacabolas vamos vaciando siguiendo la marca. Metemos los calabacines en una bandeja y les echamos un chorrito de aceite de oliva. Horneamos los calabacines durante 7 minutos a 200º En cuanto se abran los mejillones los retiramos y separamos de las cascaras. Colamos el jugo.
Vamos con el relleno: ponemos una cazuela al fuego fueret con aceite de oliva y los 30 g. de mantequilla.
Picamos fino el pimiento verde. Picamos fino el ajo sin el germen y la cebolla. Pochamos toda la verdura y cuando esté a punto, añadimos la harina. Cogemos una varilla y vamos añadiendo la leche caliente y un pellizco de sal. Removemos sin parar para hacer la besamel, añadimos cúrcuma y parte del líquido de la cocción de los mejillones.
Lo cocinamos hasta que espese la salsa besamel y añadimos los mejillones enteros y el bonito del norte Campos desmigado. Probamos para rectificar de sal si fuera preciso y rellenamos los calabacines con la bechamel con verduras y cubrimos con 2 medias lonchas de queso cheddar. Horneamos a 250º durante 10 minutos y emplatamos sobre salsa de tomate frito.