Hoy en día, consideramos a los alimentos conservados parte esencial de nuestros hábitos alimenticios, pero ¿qué sabemos sobre su historia? ¿cómo surgieron?
Las conservas siempre han sido una forma práctica de preservar los alimentos, especialmente en épocas de escasez o en presencia de dificultades para ir a recolectar comida diariamente. El descubrimiento de restos de especies marinas de más de 20.000 años de antigüedad en cuevas lejanas a la costa nos indica que la inquietud por conservar los alimentos se remonta a la Prehistoria. Se conjetura que ya entonces utilizaban técnicas hoy en día vigentes, como el secado al aire libre, el salazón o el ahumado.
Sin embargo, fue el uso de sustancias conservantes (miel, vinagre, grasa, aceite…) el que realmente supuso un claro precedente de los métodos de conservación que utilizamos hoy en día. Gracias a estos ingredientes aparecieron las primeras conservas (mermeladas, escabeches, encurtidos…) que sin duda supusieron un gran avance, aunque todavía no resultaban suficientemente duraderas y seguras.
La evolución de estas técnicas no fue especialmente significativa a lo largo de la historia hasta que, entre el s. XIX y el s. XX, tres hombres destacaron en el desarrollo de la conservación alimentaria:
Estos métodos supusieron un gran avance en la industria conservera, concretamente en la preservación de los productos más frescos como el pescado, lo que supuso la transformación de la economía pesquera, generalmente familiar y artesana, en una gran industria generadora de empleo. Un ejemplo de esta evolución es Campos, que en los años 20 del pasado siglo construyó su primera fábrica y creó su marca comercial, recogiendo la herencia y el saber hacer de una familia pionera y autodidacta en el arte de la conserva.
Hoy en día, en Campos hacemos uso de las más modernas y seguras técnicas de conserva para garantizar la calidad y durabilidad de nuestros productos, sin perder el espíritu de nuestro origen familiar y tradicional.