Si hay una industria en la que la mujer sea, y haya sido, protagonista, esta es la conservera, un sector con una media del 70% de empleo femenino. Las mujeres han desempeñado un papel fundamental y muy diverso en este área, una de las principales fuentes de generación de empleo, riqueza y bienestar social en pueblos costeros.
En épocas duras y complicadas, las mujeres comenzaron a asociarse con sus maridos pescadores, trabajando como elaboradoras, transformadoras y comercializadoras del producto de su pesca. Su trabajo, manual y preciso, fue cada vez más profesionalizado, derivando, con el tiempo, en la industrialización regional de las zonas costeras y el prestigio y fama de las conservas, convirtiéndolo en un sector competitivo, rentable y sostenible.
Este gran esfuerzo no sólo lanzó la industria al mercado internacional sino que la convivencia de mujeres y hombres en el ámbito laboral también supuso un gran avance en la inclusión de la mujer en el mercado de trabajo, con una importante repercusión en la lucha feminista por la igualdad: la visibilidad, la independencia económica, el reconocimiento y prestigio de la mujer como profesional, y el liderazgo femenino en distintos ámbitos de la sociedad.
Un importante ejemplo de esta lucha son las hermanas Campos, mujeres emprendedoras y adelantadas a su época, que con tenacidad y esfuerzo consiguieron crear una gran empresa que hoy en día es un importante motor de su pueblo de origen (Bermeo), con un 70% de mujeres en plantilla y más de un 60% en puestos de responsabilidad, contribuyendo a la igualdad y al bienestar social de su entorno.